Tenía un pequeño inconveniente, era blanquita, sus ojos rojos y el brillo de su pelaje a la luz del sol, llamaban mucho la atención entre todo el verde paisaje, por lo que descansar a los pies de un árbol no era una opción, por más apacible que luciera la zona. Para un digimon tan pequeño e inexperto como ella, tomar una siesta donde le diera la gana, podía resultar algo muy arriesgado.
Observó como el rocío de la mañana se formaba sobre las hojas de los arbustos más pequeños, así que se levantó y echó a andar a paso presuroso para tomar un poco de este antes de que se evaporara. Estuvo así unos cuantos minutos, hasta que escuchó el rugido de su pequeña pancita.
-Bien. Comida~ Dónde estás
Estuvo vagando un buen rato por el bosque. Recordaba haber visto unas frutas amarillas el día anterior, muy parecidas a las que comió alguna vez en la guardería, e imaginaba que esas también eran comestibles. Halló un pequeño claro en medio de los arboles, y en este, algo singular. Una figura desconocida. ¿Qué podría ser?
Pero aun así debían dar gracias que este bosque era comparativamente más tranquilo, pero la sensación de persecución no abandonaba. Al demonio, estaba demasiado hambrienta para preocuparse por su paranoia, solo iría por comida y luego trataría de averiguar si le estaban siguiendo.
La situación general era mala, más bien terrible. Los humanos estaban ganando una mala fama constante y muchos digimon tomaban esta presencia para mal, para colmo los rumores sobre ellos se estaban esparciendo rápido, haciendo un casi imposible poder permanecer en un sitio por más de un día. Demonios ¿Qué carajos estaban haciendo los demás jugadores? Tal vez carecían de sentido común y creían que esto era un isekai que les dejaría actuar como se les dé la gana, esas personas necesitaban un buen golpe.
Si bien opto por estar apartada de todo, no estaría mal que hubiera un lugar donde la gente que aún posee sentido de la razón pudiera estar para protegerse mutuamente, incluso los digimon podrían unirse y crear una alianza de mutua protección. Claro que en estos momentos eso parecía casi un imposible, pero se valía soñar ¿no?
-¿Tú crees que se coman?.-El lagarto la saco de sus pensamientos, noto que miraba la fruta verde y luego a ella.
-Pues solo hay una forma de saberlo.-Sin más, estiro su mano y arranco la fruta de la rama. Esperaba que no fuera como la de sabor a carne cruda.
Caminó tan silenciosamente como se lo permitió la nieve, dejando tras suyo pequeñas huellas redondas en el camino. En cuestión de minutos llegó al árbol de frutas amarillas, pero había un problema. Estaban en la copa y ella para nada podía trepar, y tampoco saltar tan alto. Miró a su alrededor buscando algo duro en el suelo, algo que pudiera lanzar sin llamar la atención de esos dos que parecían también buscar comida. Agarró una piedra y la lanzó tan fuerte como pudo, siendo que esta logró alcanzar una de la frutas, una que se encontraba en el extremo izquierdo del árbol, lucía pesada y ese desbalance la hizo caer.
Retrocedió unos cuantos pasos hasta que sin querer se golpeó desde atrás con el tronco de un árbol joven, haciéndolo tambalear y que la nieve cayera encima de ella, provocando ruido en el bosque. Cerró los párpados y se quedó quieta bajo el pequeño montón de nieve, esperando que no la vieran entre la maleza bañada de blanco. Frente a ella cayó la fruta amarilla, sorpresivamente. Intentó no parpadear, pero temía que se llevasen su desayuno.
parpadeó para ver que la fruta seguí ahí, dejando que sus enormes ojos rojos la dejaran al descubierto. Ya no podía hacer otra cosa, así que se sacudió la nieve, agarró su fruta, y allí mismo le dio un mordisco. Tenía un sabor salado y cremoso, muy agradable. -Si no recuerdo mal, estas son nueces blancas...Yummy-
Tenía que agradecer que la nieve provocara una capa natural de aislante que amortiguaba el ruido, todo era mucho más callado, como si el único sonido del lugar fuera provocado por ellos mismos, pero eso también daba una ventaja, era más fácil oír movimiento que ocurría cerca suyo y con los combates volviéndose cada vez más frecuentes, era una ventaja saber si alguien se acercaba, solo para alejarse lo más pronto posible de ahí, al fin de cuentas, en este punto ya era difícil poder confiar en alguien.
Recogió varias frutas usando la famosa capa roja de Haku en modo de costal, sería más fácil y en mayor cantidad de llevar, con esto podrían aguantar unos cuantos días, aún tenía reserva de pescado seco escondido por ahí, así que no tendrían que moverse de las termas por un tiempo.
Entonces lo escucho, un sonido apagado, pero estaba ahí. Lo que le faltaba, alguien más estaba cerca. Miro a Haku y solo se encogió de hombros, no había más que hacer, era mejor acercarse primero antes de ser sorprendidos por la espalda. Con mucho cuidado fue acercándose a la fuente del sonido, mientras sus pasos eran hundidos en la nieve, poco a paso se acercó hasta encontrarse con..-¿Un cachorro?
Sin embargo, eso no la detuvo de hablarle al lagarto. Hola... Digimon que no conozco. Le devolvió la mirada a la niña, y algo dudosa, le preguntó. -¿Tiene nombre?- Se preguntó si no estaba siendo maleducada, pero como el digimon iba con la niña y ella era quien parecía llevar el mando, le pareció lo mejor y más cortés, dirigirse a quien parecía el líder del duo dinámico. -¿Qué los trae al bosque? la estación no es precisamente la más agradable Se paró sobre sus cuatro patas y echó a caminar al rededor de ese par de figuras curiosas.-¿Y a dónde se dirigen?
Se fijó en los alrededores por el rabillo del ojo. Si se había encontrado a esos dos, no le sorprendería ver a mas humanos, o digimon. Procuraría tener cuidado
Cuando escucho el nombre, inmediatamente la soltó y se volvió a poner de pie; tenía un nombre. En su experiencia sobreviviendo aquí, aprendió que todos los digimon se llamaban a si mismo por su especie, solo aquellos acompañados por humanos poseían un nombre. Por lo que no fue sorpresa que ahora estuviera buscando algún rastro en el lugar que indicara la presencia de otra persona.-Ese es...un interesante nombre.-Escogió con cuidado sus palabras, ya de por si estaba actuando extraño, no quería levantar más sospechas.
-No gracias, ya recogió unas cuantas. Además, ante la duda prefiero cocinarlas.-Malditos traumas de la fruta a saber a carne cruda, aunque debía admitir, que serían un éxito en el mercado vegano, eso sí era un sabor a carne autentico.-Oh créeme que hay más diferencias de las que crees, aparte del ámbito culinario.- No quería hacer el conteo, pero sí que eran bastante las diferencias, sin mencionar que eran más notorias de ver cuando has vivido en el otro mundo.
Haku por su parte, había optado por mantener una distancia mediada del par, aunque eso no evito que se pudiera ver como levantaba la ceja ante la pregunta si tenía un nombre.-Si tengo nombre.-Fue lo único que respondió de forma cortante ya que la pregunta no fue hacia él, Runari tuvo que fingir un tosido mientras regañaba discretamente con la mirada al lagarto, el cual solo suspiro.-Me llamo Haku.-Listo no fue tan difícil, ahora todos estaban presentados.
-Pues por comida, aunque no hay mucha.-Quizás hubiera sido mejor ir a una zona con agua, al menos por pesca siempre se podría conseguir algo. Ahora pregunta de hacia dónde iban, esa si era difícil, ya que en parte no quería revelar su pequeño paraíso en el invierno.-Hacia...un lugar más cálido.
-¿Puedo ir con ustedes?-
Sarah no pudo ocultar su agrado hacia las palabras de la muchcacha. Le resultaba de lo más curioso que quizás, y solo quizás, sus suposiciones fuesen ciertas. No pudo evitar esbozar una risa cuando notó como la niña humana manejaba al lagarto. Salamon levantó la pata y, le dirigió a la muchacha una nueva duda. -Niña humana ¿cuál es tu nombre?- Qué desconsiderado de su parte. Se había fijado solamente en el largarto, y se había olvidado de preguntarle a la niña el nombre, pues, no tenía manera de dirigirse a ella.
-Yo también quiero ir a un sitio cálido, y agradable...¡Llévenme con ustedes!- Exclamó la pequeña, mostrando una mirada enternecedora, mientras se colocaba en frente de la señorita con el cabello castaño. -Por favor... Además, si me enseñan un lugar nuevo, prometo que les daré algo a cambio.- Habló un poco de más, pero no se le ocurría otra forma de convencer al par que, a diferencia suya, viajaban teniéndose el uno al otro.
-Cuando sea un digimon adulto... ¡Prometo que les haré un favor! y lo cumpliré, porque voy a ser un digimon grande y fuerte, ya que quiero explorar todo el digimundo.- Dio a conocer sus más profundos anhelos, esperando que sirviera como justo intercambio, al menos, por el momento. Pero era cierto, ella deseaba embarcarse en largos viajes, y si lo ameritaba, peligrosos.
:: Bosques
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